FRAGMENTO DE LA HISTORIA DEL MENCEY ICHASAGUA.
...La proclamación del Mencey Ichasagua, conmovió los inseguros cimientos de la
recién implantada sociedad colonial europea. Comprendiendo los invasores todo el
alcance político que tenía un hecho de esta naturaleza, en un país que no estaba
totalmente pacificado, ordenan la invasión del menceyato de Adeje, por dos
puntos distintos. Un grupo de tropas españolas apoyadas por guerreros isleños,
especialmente canarii y guanches de paces, superando las cumbres desembocaba por
Chasna. Este ejército iba comandado por Guillén Castellano, lanzaroteño,
Jerónimo Valdés, Sancho de Vargas, Andrés Suárez Gallinato y Francisco Espinosa.
Simultáneamente, desembarcaba por la playa de Los Cristianos el mercenario
flamenco mal llamado borgoñón, Jorge Grimón, al frente de 50 espingarderos y
ballesteros, portando además socorros alimenticios para las tropas que habían
penetrado por las cumbres.
Según la tamusni estas fuerzas se pusieron en contacto y
recorrieron el territorio sin poder librar una verdadera batalla, ya que el
Mencey Ichasagua, conociendo las tácticas de combate de los españoles, ordenó a
sus Tabores que se desplegaran por todas partes; pero en cuanto el ejército
invasor se fraccionaba en columnas los alzados se concentraban y arremetían
contra ellos, trabando encarnizados combates, de los cuales salieron siempre
victoriosos los guanches, gracias a la nueva estrategia empleada por Ichasagua y
porque ya eran muchos los katuten que tenían armas europeas, arrebatadas a las
tropas españolas durante los encuentros mantenidos con éstas y especialmente en
la gran batalla de Acentejo. Estas escaramuzas se mantuvieron varios meses sin
resultados positivos para los invasores. Las pérdidas y el desgaste que estaba
sufriendo el ejército español por los nuevos métodos de guerrilla empleados por
Ichasagua, obligaron a los invasores a cambiar de táctica, empleando las
argucias políticas y el engaño que tan buenos resultados le habían dado en
campañas anteriores. Así decidieron replegar las fuerzas dejando a algunos
isleños comprometidos con su causa, los cuales
tenían por misión sembrar la discordia entre los Tabores de los alzados.
El 25 de noviembre de 1502, el Cabildo
colonial se reúne en el incipiente templo católico de La Concepción en Eguerew,
y trata, entre otras cuestiones, de la formación de una cuadrilla de guancheros
para parlamentar con a los alzados ofreciéndoles las sibilinas condiciones
pactadas en Los Realejos, la embajada estaría dirigida por los Tacoronte.
Por esas fechas
estaba preso en la cárcel de la villa don Diego de Adeje, (Pelinor) el cual
estaba encarcelado por orden del Alonso de Lugo, posiblemente por negarse a
acompañarle a las razzias en el continente, y acusado por este de acoger y
ayudar a los alzados. Los Tacoronte, aprovecharon la oportunidad para conseguir
diplomáticamente la libertad del ex Mencey, el cual posteriormente tuvo una
participación decisiva en la digresión de los alzados en el reino de Adeje.
Veamos como se discurrió dicha sesión del Cabildo colonial, la cual
transcribimos íntegramente para una mejor compresión del lector:
“En
este dicho día, en la yglesia de la Concebcisyón de la villa de San Cris
tóval, entraron en Cabildo los onrados señores Pero Mexía, alcalde
mayor de la ysla, y los regidores Fernando de Trosyllo e Cristóval
d'Espyno e Gerónimo de Valdés e Mateo Vyña e Guillen Castellano e el jurado
Francisco de
Albornoz, e fezieron e ordenaron lo syguiente:
Habla sobre los guanches.
E
luego platicaron en Cabildo sobre poner remedio cómo se tomasen los alçados guanches que andaban robando la ysla.
Requerimiento de
guanches.
E
luego paresció ende presente Ximón e Fernando Tacoronte e Gaspar e Francisco de Tacoronte, guanches, por lengua de
Guillen.
E
hezieron un requerimiento al dicho señor alcalde mayor Pero Mexía que
estava presente,
que por quanto el señor
Governador Alonso de Lugo e por la señora Bovadilla e regidores les ha
sydo mandado que tomen los guanches alçados ladrones, que ellos están
prestos de lo hazer e cunplir e trabajar en ello con todo su poder, con tal que
les sean dados los mantenimientos y espensas nescesarias y las otras
cosas; e que por quanto al presente el señor alcalde tyene preso a un guanche
que se dize don Pedro (por don Diego) de Adexe, el qual sabe la tierra del reyno de Adexe do
andan los alçados, que por tanto se lo mandase dar e que ellos se
obligavan e obligaron con sus personas e bienes muebles e rayzes para se lo dar
cada que se lo pediese e demandare, so pena sus personas a merced del rey e los
bienes perdidos.
Respuesta del alcalde.
E
luego el dicho señor alcalde dixo que lo requerido por los dichos
guanches le paresce bien, pues que le dan fiador de la faz que les da
el dicho guanche; que pedía a los señores regidores le digan su
parescer.
Parescer de los regidores.
E
luego todos los dichos regidores dixeron que su voto e parescer es que
al dicho guanche que asy está preso se lo de el dicho alcalde a los
dichos guanches para sacar los dichos alçados, pues que es servycio de
Dios e bien e pro
de la ysla; con tanto quel dicho alcalde resciba fiança bastante de la haz
del dicho guanche.
Respuesta del alcalde.
E
luego el dicho alcalde respondió al voto e parescer de los dichos
regidores, en que dixo que en presencia de todos, que la señora Bovadilla
le encomendó la vara de justicia, con acuerdo de todos ellos, para que
él feziese justicia a servicio de Dios
e de sus Altezas, y que el dicho guanche él le tenía preso
por ciertas querellas que del dieron, de las quales el dicho alcalde ha quesydo
saber la verdad y no ha hallado por do pueda proceder contra él por ningund rigor de justicia, e que el dicho guanche está preso y que
él no lo ha
soltado fasta más se ynformar, y que pues al parescer de tos los señores
regidores e suyo es que el dicho guanche puede aprovechar para ayudar
a tomar los alçados que andan robando la tierra e vecinos della, e
que le plaze dar en
fiado a todos los quatro guanches que hezieron la dicha obligación, para que
cada e quando se lo pediere el alcalde o otro juez lo pornán en la cárcel segund que se obligaron.”
A partir de este acuerdo entran en esena la cuadrilla de guancheros
formada en La Laguna por don Pedro de
Tacoronte, sus hermanos y parientes y el príncipe Izora, éstos mantienen
contactos secretos con determinados Sigoñes de los tabores de Ichasagua,
transmitiendo una serie de promesas de parte de los conquistadores, las cuales,
por otra parte y como era habitual en ellos, jamás cumplirían. Por fin, don
Pedro de Tacoronte en compañía de otros notables consigue reunir en Tagoror a
algunos de los sigoñes alzados en un lugar de Abona que posteriormente se
conocería como Los Parlamentos.
Llevaban los comisionados instrucciones de
los invasores para negociar la paz bajo las mismas condiciones del tratado de
Los Realejos, con olvido de todo lo pasado; proposiciones que acabaron por
aceptar algunos de los alzados, siempre
que el Mencey Ichasagua entrara en el concierto.
Aceptado el principio de acuerdo, la asamblea se dirigió hacía el
píe del actual pueblo de Arona, al lugar denominado El Llano del Rey, el cual
hasta fines del siglo XVIII en los documentos oficiales se cita como El Llano
del Rey Ichasagua. Cuando llegó la comitiva a presencia del Mencey encontraron a
éste en píe rodeado de algunos de sus consejeros, mirando al numeroso grupo que
se le aproximaba, al frente del cual venía el infante Izora, cuando éste llegó a
su presencia y después de dirigirle un saludo le dio a conocer su misión y las
proposiciones de paz. El Mencey Ichasagua, sin corresponder al saludo de Izora,
sin pronunciar una sola palabra, recorrió con la mirada los rostros de todos los
circunstantes como tratando de adivinarles el pensamiento, tiró de pronto de un
puñal que llevaba al cinto y se lo hundió en el pecho. Así, cumpliendo con la
tradición de sus ancestros, mediante el suicidio ritual murió el penúltimo
Mencey Guanche, sin siquiera molestarse en dar repuesta a las propuestas que los
verdugos de la matria le trasmitía a través de unos renegados.
Tras el fallecimiento del Mencey Ichasagua, algunos de los
conjurados aceptaron las paces propuesta por los conquistadores y consiguieron
arrastrar consigo a muchos de los alzados. La historia es testigo del poco honor
que los españoles hicieron a lo pactado, como es habitual en ellos. Otros, los
más indómitos, se dispersaron por las cumbres y montes manteniendo viva la lucha
contra el invasor. Con el transcurso del tiempo, unos se fueron integrando en la
nueva sociedad, otros, continuaron su lucha y su vida en las zonas más
inaccesibles de nuestra geografía, y si bien con el tiempo las acciones de
guerra se fueron aminorando, no es menos cierto que estos alzados jamás se
rindieron al invasor, por tanto, podemos afirmar que aún continuamos en guerra
con la potencia invasora, en una especie de tregua indefinida no declarada.
El colonialismo es taimado, astuto y previsor, por ello sus planes
de dominio están concebidos a medio y largo plazo creando mecanismos sociales
capaces de idiotizar a los individuos y a los pueblos. El sistema mantiene algún
recuerdo de los menceyes que consideran vencidos o sometidos, por ejemplo: en la
Plaza de la Villa de Candelaria las estatuas erigidas representan a los nueve
menceyes que según las crónicas de los invasores supuestamente firmaron el pacto
de Los Realejos (exceptuando a Benchomo) pero han ignorado o ninguneado
deliberadamente a aquellos héroes que no se sometieron como
Chimenchia-Tinguaro; Bentor; Sebenzui y el gran Ichazagua.
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